Todos tenemos un rincón al que tenemos apego, a veces sin más, no sabemos bien un porqué, otras sin embargo tenemos tan impregnado el olor de ese lugar, tan presente esa sonrisa o esas palabras que no hace falta ni siquiera plantearse un motivo.
Hay veces en las que un lugar se puede convertir en la mayor caja de sorpresas y recuerdos que haya existido jamás, un lugar en el que eres capaz de sentir vida porque un día tu hiciste que rebosara vida en él: entre risas, nuevas amistades que llegan al alma porque de verdad sabes sentir el latir de la otra persona, entre abrazos, besos, caricias, miradas y palabras que quizás nunca jamás hayas sido capaz de soltar antes; el latir del corazón más rápido que nunca, el bombear de tu sangre por todo el cuerpo en momentos de adrenalina o miradas que gritan los susurros vergonzosos del corazón.
Hay otras veces en las que simplemente los sentidos cobran vida propia para dar paso a todo lo demás: el aroma a felicidad tan diferente en cada persona, el sabor de un paisaje tras haberlo devorado con la mirada durante tres horas seguidas porque nunca te parecen suficientes, el tacto de la piel o el escalofrío del agua al rozarte los pies, el sabor de tu desayuno preferido con la compañía perfecta, el silencio más charlatán que haya existido jamás o tal vez la confesión más retenida del mundo mundial.
Da igual lo que signifique para otra persona, porque para ti siempre será “El Lugar”, “El Momento”, “La Persona”... quien sabe, cada uno tendrá el título de su propia historia, o en algún caso del primer capítulo de todos los que quedan por escribir...
TU rincón, tan mágico que será capaz de hacerte disfrutar de momentos pasados con solo cerrar los ojos dos segundos mientras aspiras la paz que albergabas en ese justo instante, tan especial que hará realidad sueños futuros tatuados con el pincel de la esperanza en el instante perfecto.
Rocío Lorenzo Salvador.
Hay veces en las que un lugar se puede convertir en la mayor caja de sorpresas y recuerdos que haya existido jamás, un lugar en el que eres capaz de sentir vida porque un día tu hiciste que rebosara vida en él: entre risas, nuevas amistades que llegan al alma porque de verdad sabes sentir el latir de la otra persona, entre abrazos, besos, caricias, miradas y palabras que quizás nunca jamás hayas sido capaz de soltar antes; el latir del corazón más rápido que nunca, el bombear de tu sangre por todo el cuerpo en momentos de adrenalina o miradas que gritan los susurros vergonzosos del corazón.
Hay otras veces en las que simplemente los sentidos cobran vida propia para dar paso a todo lo demás: el aroma a felicidad tan diferente en cada persona, el sabor de un paisaje tras haberlo devorado con la mirada durante tres horas seguidas porque nunca te parecen suficientes, el tacto de la piel o el escalofrío del agua al rozarte los pies, el sabor de tu desayuno preferido con la compañía perfecta, el silencio más charlatán que haya existido jamás o tal vez la confesión más retenida del mundo mundial.
Da igual lo que signifique para otra persona, porque para ti siempre será “El Lugar”, “El Momento”, “La Persona”... quien sabe, cada uno tendrá el título de su propia historia, o en algún caso del primer capítulo de todos los que quedan por escribir...
TU rincón, tan mágico que será capaz de hacerte disfrutar de momentos pasados con solo cerrar los ojos dos segundos mientras aspiras la paz que albergabas en ese justo instante, tan especial que hará realidad sueños futuros tatuados con el pincel de la esperanza en el instante perfecto.
Rocío Lorenzo Salvador.
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