solo seremos perfectos SIN PERFECCIÓN.
Desde pequeños, inconscientemente y sin intención de daño nos han enseñado a agarrarnos a cosas banales, a mentiras que frustran nuestras verdades. Nos han enseñado que tener la familia perfecta es siempre la mejor opción, que el grupo de amigos "más guay" es siempre la mejor opción y que estar en el mejor colegio y tener al perfecto príncipe azul es siempre la mejor opción.
Nos han convencido de que la perfección existe, sin embargo esta no es más que la mayor impotencia presente en el ser humano.
Deberíamos darnos cada día la oportunidad de ser, de ser simplemente lo que podamos ser, cuando y donde podamos. Sin necesidad de temores ni reproches.
Porque sí, querer es poder, pero es poder eligiendo el presente por encima de la perfección, eligiendo querer con nuestras capacidades que son muchas, muchísimas, bastantes más de las que podemos llegar a creer, solo tenemos que pararnos un segundo para poder envolverlas en un abrazo de calma eterna.
Apreciemos, potenciemos y mimemos esa luz que nace cada mañana en nuestras almas.
RESPETEMOS lo que somos con lo que somos pero sobre todo también "con lo que no somos", dándonos cuenta de que nuestra simple presencia tiene muchísima más influencia que nuestra "perfecta apariencia",
porque al final tú, espectador, que miras desde fuera te convences de que todo esto es verdad y que también te gustaría un mágico cuento de hadas.
Pero tu otro tú, guionista, desde dentro sabe que en los cuentos de hadas hay bosques venenosos, días de tormenta y brujas a las que ahuyentar y que es precisamente esta parte de ti (la que no está cubierta de oro), la que es más sabia, más serena, más amada y enormemente perfecta en la calma de que puede, de que puede ser lo que quiere ser respetando sus pequeños límites.
Y al final del cuento, te das cuenta de que esa "perfección" que tanto anhelas pero odias al mismo tiempo solo aparece ante la aceptación y comprensión de que no nos hace falta nada más para ser "la mejor versión de nosotros mismos".
Ni más, ni menos.
Realidad, no es más que el espejo de nuestra vulnerabilidad, sana, cristalina y amada (primero por nosotros mismos, luego... ya se verá).
Rocío Lorenzo Salvador.
Desde pequeños, inconscientemente y sin intención de daño nos han enseñado a agarrarnos a cosas banales, a mentiras que frustran nuestras verdades. Nos han enseñado que tener la familia perfecta es siempre la mejor opción, que el grupo de amigos "más guay" es siempre la mejor opción y que estar en el mejor colegio y tener al perfecto príncipe azul es siempre la mejor opción.
Nos han convencido de que la perfección existe, sin embargo esta no es más que la mayor impotencia presente en el ser humano.
Deberíamos darnos cada día la oportunidad de ser, de ser simplemente lo que podamos ser, cuando y donde podamos. Sin necesidad de temores ni reproches.
Porque sí, querer es poder, pero es poder eligiendo el presente por encima de la perfección, eligiendo querer con nuestras capacidades que son muchas, muchísimas, bastantes más de las que podemos llegar a creer, solo tenemos que pararnos un segundo para poder envolverlas en un abrazo de calma eterna.
Apreciemos, potenciemos y mimemos esa luz que nace cada mañana en nuestras almas.
RESPETEMOS lo que somos con lo que somos pero sobre todo también "con lo que no somos", dándonos cuenta de que nuestra simple presencia tiene muchísima más influencia que nuestra "perfecta apariencia",
porque al final tú, espectador, que miras desde fuera te convences de que todo esto es verdad y que también te gustaría un mágico cuento de hadas.
Pero tu otro tú, guionista, desde dentro sabe que en los cuentos de hadas hay bosques venenosos, días de tormenta y brujas a las que ahuyentar y que es precisamente esta parte de ti (la que no está cubierta de oro), la que es más sabia, más serena, más amada y enormemente perfecta en la calma de que puede, de que puede ser lo que quiere ser respetando sus pequeños límites.
Y al final del cuento, te das cuenta de que esa "perfección" que tanto anhelas pero odias al mismo tiempo solo aparece ante la aceptación y comprensión de que no nos hace falta nada más para ser "la mejor versión de nosotros mismos".
Ni más, ni menos.
Realidad, no es más que el espejo de nuestra vulnerabilidad, sana, cristalina y amada (primero por nosotros mismos, luego... ya se verá).
Rocío Lorenzo Salvador.
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