¿Sabéis? Esos detalles, esos pequeños detalles llenos de magia que marcan la diferencia.

Sí, hablo de la sonrisa sincera de una madre observando a su niño, a su pequeño, vulnerable e inocente, donde no cabe lugar ni un halo de maldad.

Esa ternura entrañable que desprenden nuestros abuelos que junto a los años cargan con miles de historias que contar, esas con las que te nace una sonrisa sincera y que te apalancan en la camilla hasta que llega la hora de cenar.

Ese cielo azul teñido de rosas y naranjas que te hacen respirar fuerte dando gracias a la vida por tan enorme regalo.

Los colores de una flor que encuentras a tu paso y que te recuerda que estás vivo, que la fragancia de las pequeñas cosas son las que te hacen sentir fuerte, las que anclan los mejores recuerdos.

Una coincidencia tonta, de "ala que sorpresa como estás" y una charla sincera que te alegra el día.

La brisa del otoño que acaricia tu cara y te revuelve un poco el pelo recordándote que la perfección es aburrida, y reírte.

El olor a café mientras te impregnas de un buen libro, de esos que te absorben tanto que cuando miras el reloj te han dado las doce y sin siquiera darte cuenta al dar las campanadas tu vestido de princesa se ha convertido en pijama.

La ilusión cuando persigues tus sueños reflejada en la cara en una sonrisa permanente y un "sí ahí estoy, ilusionada, feliz y con miles de ganas intentando alcanzar eso que pocos se atreven".

La inmensa paz, esa inexplicable que sientes cuando el mar entero inunda tus oídos, el olor a sal, las mejillas rosadas tatuadas por el sol.

Mirar al cielo oscuro y darte cuenta de que está repleto de estrellas, estrellas que brillan tanto y que están tan lejos que te han sentir pequeñito pero a salvo de todo mal porque sabes que en ellas viven los ángeles que han tenido que viajar lejos para cuidarnos más y mejor.

No sé, pues eso, los pequeños detalles cotidianos, los del día a día, que al final si los sabes apreciar son suficientes para ser feliz. Porque son pequeños por fuera pero gigantes en el alma.

Abre los ojos, puede que tengas alguno justo delante de ti y te lo estés perdiendo.

GRACIAS.


Ro Lorenzo Salvador.

Comentarios

  1. Mirar al cielo oscuro y darte cuenta de que está repleto de estrellas, estrellas que brillan tanto y que están tan lejos que te han sentir pequeñito pero a salvo de todo mal porque sabes que en ellas viven los ángeles que han tenido que viajar lejos para cuidarnos más y mejor.
    Me encantan tus post.
    Sigue así y llegarás lejo.

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